lunes, 14 de enero de 2013

MÚSICA


Si hay algo en este mundo de lo que podemos dar gracias es tener la virtud de oír, o más bien, de saber oír, escuchar, interpretar y entender todos los sonidos y ruidos que conforman nuestro día, pues ellos son los que nos conforman a nosotros.

La música es una mezcla de sonidos, melodías, y ruidos que pueden ser interpretados como llantos, alegrías, rencores, sufrimientos, caricias, esperanzas, etc. Esto es lo bello de todo: cada uno escucha lo quiere escuchar y otros escuchan lo que necesitan escuchar. Todo gira alrededor de la subjetividad del oído y la mente, pues ellos son los que nos hacen vivir lo que oímos.

La influencia que tiene sobre nosotros los sonidos es espectacular, pero sin duda alguna el poder y jerarquía de la música es incomparable. Todos los días encontramos a alguien jugar con los sonidos, ya sea desde el niño aburrido en la escuela golpeando la mesa con la pluma repetidas veces, hasta el silbido vago y automático que viene de la impotencia de no poder hablar en una sala de exámenes finales; pero no todos los días nos damos cuenta que inconscientemente, con acciones como estas, nuestro subconsciente trata desesperadamente de crear una melodía que calmen nuestras necesidades, que nos haga sentir más tranquilo y que nos de la confianza necesaria para que seguir haciendo lo que debemos… trata de hacer música.

 


Y… ¿Qué pasa cuando tenemos éxito y logramos crearla? Pues depende mucho la interpretación que se le dé a nuestra creación, ya que si es una obra de la cual se desprende el mismo mensaje que quisimos y sea comprendido por los demás, de la misma manera en la que lo entendemos nosotros, tendremos éxito.
Crear música es un don que no muchos tienen, pero sin duda alguna todos podemos disfrutar de ella, siempre y cuando aprendamos a escucharla donde sea que aparezca y no donde nos obliguen.






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